En este primero de agosto muchos pueblos agricultores de la
región andina (quechuas, aimaras y otros grupos étnicos) brindarán a la Madre Tierra, la Pachamama, numerosas ofrendas con el fin de retornar, de forma
ritual, parte de lo que la tierra les ha concedido a lo largo del año. Es en
agosto, mientras la tierra descansa y, antes de que despierte hambrienta,
cuando los campesinos de los Andes le ofrecen comida, bebida y animales a una
madre fecunda y prospera que, año tras año, provee de alimentos a sus hijos. Y
es que, ya lo dice el refranero español “de
bien nacido es ser agradecido”. Aquí, en España también lo éramos, agradecidos
me refiero, pero eso fue en otro tiempo. Un tiempo en el que se daba descanso a
la tierra después de años de cultivo, se la nutría con los mejores abonos orgánicos,
se hacían grandes fiestas honrando a las cosechas o se bautizaban a las
patronas de los pueblos con nombres tan evocadores como: Virgen del Campo,
Virgen de la Vega, Virgen de la Espiga, Nuestra Señora del Olivo o Nuestra Señora de la Encina. Humildes y agradecidos, los
españoles de antaño conservábamos, reciclábamos y reutilizábamos no sólo por
necesidad, que también, sino en aras del
buen hacer y haciendo caso a la vieja sabiduría popular. Pero… qué
demonios!! Ahora estamos en la España del Siglo XXI, disfrutando de nuestros
aeropuertos sin aviones, nuestros AVE sin pasajeros, nuestras autopistas a
ninguna parte, nuestros tres millones y medio de viviendas vacías, nuestros
megalómanos centros culturales y de ocio... Estamos construyendo un gran país,
moderno y desarrollado, a la cabeza de Europa en número de parados, tasa de
pobreza, toneladas de alimentos desperdiciados, obesidad infantil, dependencia
energética, emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), fracaso escolar… También
somos de los primeros en Europa en tecnología: uso de redes sociales y conexiones
de internet a través del móvil. Ah! y todo ello por mérito propio eh?
Por:
Susana Troitiño. Bióloga Ambiental Especialista en Ordenación del Territorio.
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